La de cualquier persona, como tú, como ellos, como ellas o como yo.

Acá mis opiniones sobre mí, ustedes y el resto.

sábado, 22 de enero de 2011

The american nightmare o la pesadilla americana


Acabo de ver dos documentales de Michael Moore - el gordito con el gorro - "Sicko" y "Capitalismo: una historia de amor". Después de verlos me pregunté: ¿Por qué alguien querría vivir en USA?

El sueño americano, mis queridos amigos y amigas, ha muerto. La pesadilla comenzó y sólo Dios sabe cuándo terminará.

¿No hay FONASA, la gente enferma y pobre es tirada en la vereda, los tipos de los bancos y financieras les pidieron al gobierno 700 BILLONES de dólares para nada útil, la gente pide préstamos y después pierden su casa?????????? ¿Alguien más encuentra esto CRAZY? 

Resulta que desde que tengo razón, cuando mis tíos y primas se fueron de USA para escapar de la opresión política de los ochenta, vengo escuchando esto del sueño americano o el "american dream".

"¿Qué es eso?", recuerdo que le pregunté a mi papá, "Cuando uno está en los EEUU y trabaja sacándose la mugre, uno puede obtener lo que quiere. Una casa bonita, grande, como la de los millonarios chilenos, con una rejita de madera blanca, y uno puede tener dos autos modernos, teles, lo mejor del mundo"...

Ya. Esa es la mierda que nos hemos venido tragando por años. Sí. Cuando vemos las películas de los ochenta y noventa, sólo vemos esas casitas hermosas, con la rejita blanca. La mamá haciendo panqueques o waffles, con crema batida, los hijos yendo al colegio en un lindo autobús amarillo y con ropa de calle, en vez de jumpers azul marinos, todos tienen lockers y luego van a los súper malls con sus amigos o amigas. Y después en el fin de semana, van a fiestas entretenidas en otra casa linda con rejita blanca y otra semana van a las fiestas del colegio vestidos formales y con flores en la muñeca.

No hay flaites, nadie roba, todos ganan mucha plata, los profesores de colegio ganan más que un abogado chileno.

Sí, el sueño americano, la tranquilidad y la hermosura, no sé por qué a mí me trae recuerdos de blancura, como esos comerciales de OMO o DRIVE o lo que sea. Estados Unidos, era el lugar donde los sueños se hacían realidad. Lo único que había que hacer era sacarse la chucha, pero todo ese esfuerzo sería recompensado.

Pero de repente, empecé a ver en la tele y en los diarios que USA era tan malo como cualquier otro país. La casita blanca estaba a punto de quemarse.

La población hispana y negra en ese país era tratada como una mierda. No hay un sistema de salud solidario y universal porque eso es ser socialista, los pobres se empezaron a volver cada vez más pobres. 

Con la elección de George W. Bush, la primera en el año 2000, fue cuando me di cuenta que los gringos están locos. No puedo entender hasta el día de hoy el sistema electoral americano. Es sicopático. Los votos no valen por persona propiamente tales. Los candidatos ganan votos electorales dependiendo del estado...¡es una mierda!

¿No me creen?¿No le creen a Michael Moore? Vean la película de HBO "Recount", con el gran Kevin Spacey y el gran Dennis Leary. Representa la travestía de la elección de Bush junior y cómo por cosas que ni siquiera Uganda aceptaría, los votos de los ciudadanos ni siquiera fueron tomados en cuenta.

Eso fue para mí como un despertar. Mientras mis tíos y primas seguían "viviendo el sueño americano", y alimentándonos a nosotros sus pobres y subdesarrollados parientes de la misma mentira, la olla de presión, empezó a ceder.

Niños con armas fueron un día cualquiera a sus clases y les dispararon a sus compañeros y profesores, andaban con bombas y armas de esas que usan los militares.

Después llegó el año 2008. La bolsa gringa se fue a la mierda. ¿Se acuerdan de las noticias? Esos tipos bacanes de la película "Wall Street" estaban llorando y tomándose la cabeza en la calle... Todos se asustaron. La Presidenta y el Ministro Velasco tuvieron que salir a calmarnos, dijeron que gracias a nuestra austeridad fiscal, no íbamos a sufrir tanto como otros países (Europa, por ejemplo). En efecto así fue. Aunque el mercado hipotecario chileno sufrió, no fue tan devastador como decían.

En USA por mientras, quedó la embarrada más uno: mis primas, las dos con títulos de las mejores universidades de Florida, mi tío que trabaja no sé en qué realmente y mi tía enfermera, estaban enfrentando serios problemas de recesión, desempleo e inseguridad. Su casa fue devaluada en forma drástica y mis primas con títulos y toda la cosa, estaban trabajando en el equivalente cool de la Feria Antártica o la Librería Chilena, como a 4 dólares la hora o algo así. Mi tío fue despedido (aunque nos dijo que renunció).

Fui a visitarlos para las fiestas del 2009. A diferencia de tres años atrás, cuando los visité por primera vez, realmente estaban para la cagada. Los malls estaban vacíos, a pesar de que era un día antes de la Pascua, mi tío no tenía un auto nuevo, mis primas todavía vivían en la casa (lo que para nosotros es seminormal, pero para los gringos es casi una enfermedad mental) y los precios de las cosas estaban botados gracias a que el dólar estaba a menos de $500.

Era realmente una pesadilla para ellos. No para mí, porque me fui con una maleta y volví con tres...

¿Qué mierda pasó con el sueño americano?¿Existió alguna vez o todo fue un sueño sobre otro sueño? No lo sé. Sólo sé que después de ver estos documentales de Moore y cómo no tienen asegurada la salud para los pobres, no hay ninguna autoridad que regule a los bancos en sus malas prácticas, etc., para mí fue bastante más que claro: No me iré a vivir a USA jamás. Ni siquiera en sueños, no me importa nada lo que me digan. Nadie ha despertado de la pesadilla, ni siquiera con el simpático y buen mozo de Obama como Presidente.

Tuve una epifanía: no es tan malo vivir en Chile hoy, después de todo. Es verdad que no tenemos muchas casitas blancas, los pobres igual seguimos siendo pobres, hay cesantía y no ganamos mucho, aunque nos saquemos la cresta y trabajemos horas demás, hay corrupción en el gobierno y explotación por parte de los privados, el Transantiago apesta como los demonios. Pero al menos podemos ir a un consultorio y nos dan remedios gratis. Al menos algo podemos hacer cuando un banco intenta robarnos la plata, tenemos una constitución escrita que dice claramente cuáles son nuestros derechos. Al menos un trabajador a quien lo echaron puede tener asesoría legal gratis y ganar en un juicio laboral. Y lo más importante y lo que más me gusta y que puede ser súper ingenuo, es que sé que mi voto cuenta. Nos falta ene para ser desarrollados, pero las cosas que tomamos por sentadas y que pedimos ser como otros, están allí. A veces la justicia funciona, a veces no. Pero me siento media patriótica hoy día, porque estoy convencida de que si bien no existe un "sueño chileno", al menos sé de todo corazón que tampoco estamos viviendo una "pesadilla". Ni siquiera a la "chilean way".-

domingo, 16 de enero de 2011

Ser cesante

A partir de diciembre del 2010, quedé cesante. El por qué no importa. Pero después de casi dos años de trabajar sin parar y crearme una carrera "brillante", me quedé cesante y sin proyecciones inmediatas.


Tanto es así que, con las deudas que no paran de llegar mes a mes, me vi en la postura de ir a la Administradora del Fondo de Cesantía y pedir el pago de mi seguro. 


En la página de la AFC, decía que después de que me dieran el seguro, tenía que inscribirme en la OMIL de la Muni de mi domicilio, porque de esa forma se comprueba que uno no tenga pega. Pero nada de eso pasó. Tomé un número (faltaban como 300 personas antes que yo), me fui a fumar para hacer la hora, y cuando me tocó, me pidieron el finiquito, me hicieron firmar y listo. Me dieron en dos cuotas todos mis fondos que, sagradamente mi empleador y yo habíamos juntado en el chanchito de la cesantía. Ahí dejé de maldecir el hecho de que me quitaran casi el 20% de mi empobrecido sueldo.


Así que durante dos meses, puedo tirármelas. Pero a la vez, tengo que encontrar pega.


Eso es lo peor que uno puede hacer. Volver a las pistas de la búsqueda de pega. Es tan tedioso y me dan tanta lata, que ya mi predisposición inconsciente-consciente, me hace no terminar en dicha pega. Autoprofecía cumplida.


La última vez que busqué pega, fue cuando me echaron de aquél lugar que no será nombrado. Fue ATROZ. Primero, una prueba de conocimientos común con los otros postulantes. Casi la mitad de mi clase estaba allí.


Todo iba bien en la prueba hasta que me preguntaron por los nombres del Jefe del Servicio al que estaba postulando, el del Ministro de Economía, el Presidente del Senado, y otros señores que no tenía idea quiénes eran. VERGUENZA TOTAL.


Una semana después, me llamaron para la sico-laboral, a lo que yo estaba totalmente sorprendida después de dejar en blanco el nombre del señor que sería mi jefe y confundir a Navarro con Pizarro...


La entrevista duró como dos horas y después de casi tratar a la sicóloga como si fuera mi sicóloga (no lo hagan), de comerle sus dulces, y de ver las típicas cosas en esas manchas en que no hay que ver ni sangre ni cosas sexuales, viene y me pregunta lo más idiótico que se puede preguntar a cualquier persona: "¿Cómo te ves en 5 años más?" JAJAJA. ¡Ni siquiera sé en qué me veía en 5 meses más, menos en 5 años! Obviamente mentí: "Bueno, haciendo un magíster o doctorado en derecho, ya sea aquí o en el extranjero, porque quiero mejorar mi educación y carrera profesional" JAMÁS!!!! Volver a estudiar derecho no es una opción para mí. Pero no le iba a decir la verdad: "Me veo en una cabaña cerca del mar con una máquina de escribir" o "Viviendo en París, mientras atiendo mesas y estudio Historia con el profe Grimal".


A pesar de todas mis mentiras, no me eligieron. Pero al menos tuvieron la cortesía de llamarme para decirme que perfil "no era idóneo para el cargo". 


Pero el sólo hecho de volver a pasar por eso, una y otra vez, me duele la cabeza altiro y me da una profunda lata. 


El problema es que HAY que trabajar. No hay otra forma. Intenté ganarme el loto o el kino, pero ese plan -extrañamente- no funcionó. No. Como dice mi papá, la gente como uno no se gana la plata fácil.


FUCK. A trabajar entonces. A las minas de sal. Empezar de nuevo. Nueva gente. Nuevo cubículo. Nuevos dolores de cabezas. Corrección: los mismos dolores de cabeza, pero en otro lugar.-



La reforma de educación: la Historia "vale callampa"

Tomándome de las palabras del ex-Ministro Ravinet al referirse al puente mecano instalado durante el terremoto en el Bío-Bío y que éste valía callampa, me propongo reflexionar aquí sobre la nueva Reforma Educacional y en especial sobre lo que va a pasarle al ramo de Historia en los colegios y liceos.


¿Por qué la Historia? Bueno, porque me atañe directamente ya que desde el año pasado, y cumpliendo uno de mis sueños N° 1, estoy cursando un Magíster en Historia, y mi tesis se refiere a la Historia Antigua, Roma para ser más específicos.


La Reforma Educacional que se pretende imponer, busca darle prioridad a los ramos "más útiles" para la formación de profesionales en Chile. Con este fin, el Ministro Lavín, quiere aumentar las horas de Matemáticas y Lenguaje, obviamente con la contraparte de quitarle horas a ramos que, como consecuencia, "valen callampa".


Todo este plan presume y asume que los profesionales no necesitan la Historia para realizar servicios al país ni para ser los mejores, por lo tanto, no es necesaria para lograr que Chile sea un país desarrollado.


Puedo conceder lo siguiente: en mis pocos años de experiencia laboral, efectivamente, no he puesto en ningún informe nada sobre Pericles o Julio César o mi querido Augusto (no Pinochet, entiéndase desde ahora ya, para los que les dio pavor).


Pero sí he necesitado investigar sobre la historia de la ley: ¿qué pasó en la Cámara y en el Senado cuándo se aprobó tal o cual ley?¿qué se dijo o acordó sobre un punto que no queda tan claro en la ley misma? En muchos e innumerables informes he tenido que recurrir a la historia de la ley como se le llama a todo el proceso de creación de la ley, para hacer mi punto o fundamentar el de otros cuando algo no está claro en la ley (lo que pasa siempre, porque la ley suele ser oscura y a veces media rara).


El Código Civil, en efecto, nos dice que la historia de la ley permite interpretar la misma y se trata de una de las máximas en la interpretación jurídica. 


"Claro", me dirán algunos, "pero interpretar una norma basada en su historia no significa que para eso tuviste que sacarte puros sietes en Historia Universal". Cierto. Nada que ver con el contenido. Ni Pericles ni Augusto ni el Emperador Carlos V (II en Alemania) me ayudan a saber cómo interpretar la ley según su historia.


Pero, pequeños saltamontes, eso es sólo parte de lo que se aprende en Historia. Resulta que ahora que estoy un poco más sabionda al respecto, la Historia nos ayuda y nos otorga herramientas de INVESTIGACIÓN. Gracias a la Historia y a los HISTORIADORES que estudiaron  y han escrito sobre Alcibíades, Nerón o Mussolini, sé cómo ellos trabajan sobre lo que se llaman fuentes históricas, cómo lo hacen en "su taller". Y ese CÓMO LO HACEN es tan vigente y tan útil para todos los profesionales, porque tarde o temprano tenemos que reconstruir o rescatar conocimientos del pasado para entender o aplicarlo al presente.


JAJA! Río en sus caras, anti-historiadores. Todos nosotros hemos tenido y tendremos que, en algún momento de nuestras vidas profesionales y personales, volver al pasado, seguir el caminito del pasado y llegar al presente para entender por qué ganó Piñera o por qué el puente "vale callampa" o por qué los mineros de San José están vivos, o tan simple como por qué yo soy así o por qué elegí ser médico y no ingeniero.


La Historia se vive, es dinámica, es esencial para el diario quehacer. Sí es cierto, a algunos les da lo mismo saber por qué Hitler ganó en el año 1933 y por qué empezó la II Guerra Mundial. Pero no les da lo mismo cuando tenemos que averiguar por qué mi papá me dejó esta casa y por qué estoy trabajando para el Ministerio de Justicia o para una multinacional, ni cómo esa multinacional o ese Ministerio están allí. Claramente no se autogeneraron de la nada. 


La Historia está en todo. Y eso me da pena, por los niños y jóvenes que, ante la eventual aprobación de la Reforma de Lavín, no van a tener la capacidad de recorrer su camino, el camino de sus padres, de su comunidad, de su país, de su continente y de su civilización. Pues, en palabras simples, eso es Historia. Nada más ni nada menos. 


Además, la Historia demuestra ser COOL. "¡Para!", me van a decir "¿adónde la viste que saber Historia es ser cool?"...Ah!, aquí les voy a dejar entrar a un pequeño secretillo del mundo laboral. Como ustedes saben, jóvenes profesionales de clase media y alta, cuando no se trabaja frente al computador, los colegas y jefes, a veces, suelen hacer lo que se llama, "socializar" dentro del ámbito del trabajo. 


Ustedes saben bien que existen incontables personas que se creen inteligentes. Tal vez lo sean, pero según las estadísticas es poco probable. Esas personas se vanaglorian de saberlo todo o mucho, y de cuando en cuando suelen tirar al aire conceptos y lugares comunes sobre cualquier tema que se les viene a la cabeza. A ellos los llamo "seudo-intelectualoides", quienes fueron desenmascarados por el gran Woody Allen, en su película "Annie Hall" cuando -si se acuerdan- un "seudo-intelectualoide" (S.I.) tiraba a trocha y mocha sus lugares comunes en la fila para el cine. Entonces, Woody Allen saca al profesor "Wanchunplín" detrás de un cartel y sobre el cual el S.I. se vanagloriaba de conocer, poniendo en evidencia su ignorancia, con el famoso comentario de Allen "Ojalá la vida fuera así de simple" o algo similar.


Pues bien, el mundo laboral está LLENO de S.I. en mala. Y cuando se "socializa" con los jefes y colegas, y se acaba el tema del fútbol, de las comedias y política actual, los S.I., se mueren por lucir delante del o los jefes, tirando sus conocimientos sobre literatura, arte y, obviamente, HISTORIA.


Datos prácticos que me ha enseñado la experiencia y que le doy gracias a la Historia: Cuando empieza el S.I. a atacar con su lugares comunes, como por ejemplo, "¡Oye!, ayer vi en Discovery y decían que Hitler no tenía idea del Holocausto...¡Ná qué ver!"... Ahí empiezan los comentarios de todos y uno piolita, de entre medio, cuando hay lugar para el comentario de uno - porque el S.I. nunca deja que hablen los demás - uno le tira algo así: "Estaba leyendo al profesor Ian Kershaw, especialista en la Historia Contemporánea Alemana y no es tan así que Hitler supiera o no. Según Kershaw, a pesar de todas las fuentes e información sobre la Alemania Nacionalsocialista y la reciente publicación de los archivos de los ingleses, no se trata de algo tan simple. Las fuentes, al parecer, esconden siempre al mando más alto y es muy raro ver, por ejemplo, órdenes firmadas por Hitler. Al contrario, el aparato burocrático Nazi, se preocupó de sobremanera de que esto no se supiera y el profesor Kershaw dice algo súper interesante: las fuentes esconden a Hitler"...¡PUM! ¡Toma!. 
Ante tal comentario, el o los S.I. se retraen, porque su fuente, la tele, no le gana al profe Kershaw, que es verdadero y estudioso al respecto (búsquenlo si no me creen).


Otro ejemplo: "El fin de semana estuve leyendo en el diario sobre Van Gogh, ¡pobrecito! murió sin vender un cuadro, y ahora valen ene!!!" dijo el S.I. Segundo dato: "La verdad, si tú lees la biografía de Van Gogh, él sí vendió un cuadro por cuatrocientos francos, se llamaba 'La Viña Roja'. Fue el único que vendió durante su vida". ¡Toma! de nuevo. ¡Gracias Historia del Arte!


Y así podría darles otros datos. Pero si se dan cuenta son muchos los ejemplos en que en la vida diaria, la Historia es COOL. Los S.I. se enojan, pero los demás, si se dice en forma no arrogante, sino en forma así como si fuera parte - y debería serlo - del bagaje cultural de uno, se impresionan y a su vez, se agradan de que el S.I. sea puesto al descubierto, como en el caso de Allen.


Como conclusión: la Historia es bacana. Probablemente los señores del Ministerio de Educación la consideran "callampa". El problema es que los jóvenes nunca van a poder delatar al S.I. Y si creen que Lenguaje y Matemática los va a hacer un profesional completo, están equivocados, profundamente equivocados. Atrás quedaron los días del "hombre del renacimiento", en donde las personas como Leonardo Da Vinci, son gente inservible para las necesidades de la sociedad chilena. Basta entonces con Lenguaje y Matemáticas. Gran idea, gran idea.-

Ser malo, ¿es un delito?

Sé que no he escrito hace bastante tiempo. La verdad es que me olvidé de ello, pues de acuerdo a mis estadísticas del Blog, nadie lo lee.


Sin embargo, me he propuesto, como un acto de redención, continuar escribiendo en el Blog y esperar lo mejor, para ver si alguien comenta o lee, al menos. No es que me quiera hacer rica ni famosa. Me gustaría crear un debate y causar sentimientos parecidos a los que tuve cuando me ocurrieron las cosas que relato.


Hoy me levanté temprano, gracias a las pastillas bajo las que me tiene mi súper-siquiatra. Me puse de inmediato a leer el diario y veo que el juicio de la "señora" María del Pilar Pérez (AKA "La Quintrala"), se encuentra próximo a su término.


He seguido de cerca este juicio, aunque no me interesa nada de los temas jurídicos, ni siquiera por mi background leguleyo, sí me interesaron mucho los testimonios en contra de la imputada, especialmente los de su madre e hijos. ¿Por qué? Porque todos fueron terribles y fríos en contra de la hija y madre y yo pensé: "¡Chuta que deben odiar a esta señora para que su propia madre testifique en su contra!". Pero en realidad la línea de pensamiento debe ser otra: ¿ES DELITO SER MAL@?


Ahí está la madre del cordero. Ciertamente, no vayamos a ver las pruebas directas, indirectas, circunstanciales, indiciarias, instrumentales, paquidérmicas, etc., del juicio. Pero en estricto sentido hipotético, la pregunta es si alguien es malo, ¿debe ir a la cárcel?


No hablo del típico malo, ese de las películas o del "pato malo" como dicen las viejitas al referirse a los flaites u otros. No, me refiero a las personas realmente malas, como dicen que es la Quintrala, esto es, aquélla que codicia el dinero de otros, juega con muñecos de vudú o judú imaginando el mal que debe caer sobre los otros, que odia a su marido por ser "maricón", etc.


Del punto de vista leguleyo, ser malo no está tipificado per se. Pero quien sí tipifica ser malo o mala es Dios en la Biblia. Según mi recuento, la Quintrala habría violado como 5 de los Diez Mandamientos y, según las Bienaventuranzas, no está "bienaventurada" al Reino de los Cielos ni por si acaso.


Ahora, la verdad es que no me preocupa mucho el alma de la Quintrala y si va a entrar o no al Cielo, ese es su problema. Pero debo admitir que me impactó el hecho que la propia madre, hijos  y hermanos de la mujer la increparan y la dejaran mal parada delante de todo Chile.


Me pareció sobre todo chocante, cuando la hija de la Quintrala primero se refirió a ella como la "señora" y cuando el Fiscal le preguntó a si cuando se refería a "la señora", se refería a su madre, ella dijo algo así como "Sí, la señora, lamentablemente, es mi madre"...


Con eso la "señora" recibió el medio jaque.


En fin, como sea que sea la Justicia al final del día, lo único que yo haría si fuera la familia de "la señora" es que la dejaran al menos en un manicomio o algo así, porque si es tan mala como dijeron y después de que la basurearon delante de todos, ¿qué creen que haría ahora? OOOPS!.-

















lunes, 13 de septiembre de 2010

Odio el fútbol ¿y qué?

Cuando le digo a la gente que me apesta el fútbol, todos me discriminan. Hasta me han tildado de “antipatriota”. A mí no me cabe en la cabeza pasar más de una hora y media frente al televisor viendo como veinte hombres se pasan la pelota de atrás para adelante o viceversa.

No entiendo las reglas ni quiero entenderlas. Esto puede sonar muy arrogante, pero ¿qué esperan que haga?¿Por qué no me aceptan como soy?

Lo peor es que en todos los círculos con los que me he codeado a lo largo de mi vida, siento que hay una pasión por este deporte que va más allá de lo racional y lógico. Bueno, esa es la definición de algo apasionado, no tiene por qué tener lógica o razón.

Sin embargo, mi ignorancia y reticencia a ver y seguir este deporte tan popular, me ha llevado en ocasiones a que me traten como una paria.

En uno de mis tantos trabajos, mis compañeros eran sólo hombres. Todos los viernes a las nueve de la mañana, mi jefe tenía la política de que todos en el departamento nos reuniéramos a puertas cerradas para compartir como camaradas y amigos junto con un buen desayuno y donde se hablaba de todos menos de pega. Claro que este “de todo” era una falacia, sólo hablaban de fútbol. Se sabían todos los nombres de los jugadores no sólo actuales sino aquéllos del año de la cocoa. De hecho, uno de mis compañeros tenía una habilidad sin igual, que superaba sus competencias laborales, para relacionar personas, lugares y objetos con el fútbol. A mí me parecía increíble cómo le salía tan fácilmente este poder para conectar todo con el fútbol, presente, pasado y futuro.

Mis compañeros de trabajo sabían que me desagradaba profundamente el fútbol, y por eso me trataban como una snob, porque yo hablaba de las últimas exposiciones, de mis viajes, de música, de mis idas al Municipal, de cine…Ahora que lo pienso, claro que parecía una snob pseudo-intelectualoide.

Pero me pasó un milagro, meses después se unió a nuestro grupo una nueva compañera. Gracias a Dios, también odiaba el fútbol. Así que de inmediato nos hicimos compinches y el tema del fútbol en los desayunos semanales fue disminuyendo cada vez más.

Para qué decir el aburrimiento que me causó el último Mundial. No se hablaba más que eso: fútbol, fútbol, fútbol. En el trabajo, se permitieron poner sendas pantallas para que todos fuéramos a ver los partidos, especialmente los de Chile. Yo era la única que me quedaba trabajando sola en mi cubículo. ¿Qué sacaba con ir a ver algo que me desagradaba? Prefería trabajar por muy ñoño que esto parezca.

Pero lo que me indigna más, y aquí lo confieso porque nunca lo he dicho en voz alta por miedo a ser atacada tanto física como verbalmente, es que encuentro que nuestro país, en el tema del fútbol, somos unos mediocres. ¡Somos muy malos! No entiendo cómo alguien pensó que llegaríamos a ser campeones mundiales, ni en sueños, ni con un milagro, ni con San Expedito. Somos malos ¿por qué no aceptarlo?

Ya lo dije. Ahí está la verdad. Por eso me causó una molestia física que nuestro Presidente recibiera a la selección con bombos y platillos, con alfombra roja, como si fuera a recibir a un dignatario extranjero y más encima el Bielsa le hizo un desprecio.

Como yo trabajo justo en la Plaza de la Constitución pude ver la recepción de la selección chilena en vivo y en directo. Parecía un triunfo romano, como si llegara un general vencedor de una guerra: banderas por todos lados, papeles picados caían de todos los edificios públicos y privados y la gente aclamaba a nuestros nuevos “héroes patrios”. No tengo nada personal en contra de los jóvenes jugadores, pero ¿héroes de la patria? Arturo Prat debía estar revolcándose en su tumba.

En mi experiencia, las mujeres somos más reticentes al fútbol. Una amiga me contaba cómo este deporte le arruinó la relación con su pareja. Me decía que su pololo era fanático del fútbol: había contratado el canal especial y no se perdía ningún partido, él mismo jugaba dos o tres veces a la semana con sus amigos. Finalmente mi querida amiga, sintiéndose tan ignorada, decidió incorporarse y compartir con su pareja este hobby, esta pasión, para que pasaran más tiempo juntos.

Así lo hizo y un día domingo cualquiera, en el que se jugaba un clásico, su pololo había invitado a sus amigos a un asado para ver el partido. Ella se incorporó, alegre y con la mejor disposición para sentirse parte de la fiebre que su pareja, el amor de su vida, sentía por este deporte.

Pues bien, apenas empezó el partido, todos los amigos estaban con los ojos fijos en la pantalla, no querían perderse ningún movimiento, ninguna patada o falta o lo que fuera. Como mi amiga nada sabía de las reglas, para demostrar interés empezó a preguntarle a su pololo sobre lo que estaba pasando. Para su asombro, él le empezó a explicar en monosílabos y de una forma muy molesta. Lo estaba distrayendo. Me decía que ni siquiera la miraba y que cuando le trataba de explicar algo, apenas movía la cabeza, pero de inmediato se interrumpía con un “chuuu” o “puuuu” y otros epítetos que sus amigos emulaban.

Mi amiga se enfureció, se paró y se fue del living. Me llamó y me dijo que nos juntáramos porque ya no aguantaba más. Me lanzó más quejas de las que quería escuchar, pero lo peor fue cuando me dijo, con los ojos húmedos: “a ese gue--- le gusta más el fútbol que yo”. Yo que no tengo experiencias románticas ni consejos que compartir con mis amigas cuando lo necesitan, sólo le pude hablar con sentido común. Le dije que había hecho bien en intentar integrarse, pero si su pololo no quería que fuera parte de su vida futbolera, tenía que aceptarlo y conversarlo con él.

Mi amiga me llamó dos semanas después y me contó que había seguido mi consejo. Eligió un día en que no había un partido para tener toda la atención de su pareja. Tranquila, me dijo, le explicó que le molestaba “un poco” que la dejara fuera de su círculo y de su vida, por el fútbol, y que cuando intentó compartir con él su “pasión”, supo que no quería que ella fuera parte de eso. Él le respondió: “Pero mi amor, a mí me gusta el fútbol desde que era chico, y es lo único que me saca de toda las presiones que tengo y no significa que te quiera dejar afuera, sino que me gusta tener ese tiempo para mí. Es lo mío. No entiendo por qué te molesta tanto” y punto. Mi amiga se fue de lenguas. Le tiró todo lo que me dijo a mí, pero yo creo que fue mucho peor. La cuestión es que se separaron. Se separaron por el fútbol.

Yo lo encontré un poco exagerado en verdad, porque luego la tonta andaba lloriqueando por todas partes. Claramente ahí había algo más que el fútbol, que no estaba funcionando en la relación, pero no puedo dejar de pensar que la pasión ciega del ex - pololo de mi amiga fue un factor importante para que terminaran.

Si así fue lo encuentro bastante ridículo y superficial, pero como yo soy de esas que son muy fieles con sus amigas, aunque la estén embarrando feo, confirmé mi odio al fútbol chileno, argentino, brasilero, colombiano, inglés, alemán, etc…….-

Los mejores amigos del hombre (y de la mujer)

No hay discusión, a mi parecer, que el mejor animal doméstico es el perro. Si bien el sueño de toda mi vida ha sido acariciar un panda bebé, todo lo que uno necesita de los animalitos lo da el perro. Debo advertir a quien lea que si nunca ha tenido un perro o simplemente no le gustan, que no siga leyendo, pues no va a encontrar nada en estas líneas. Sólo los que tienen o han tenido perros pueden identificarse con otros de las mismas características.

Desde niña siempre he amado a los perros. Recuerdo cuando éramos chicos, mi papá nos trajo un cachorro asustadizo, cuyo nombre ni me acuerdo, y mi hermano y yo fuimos tan felices como dos niños pueden ser con un cachorro.

Sin embargo, la mala suerte con los animales era una constante. O se perdían, o se morían o se regalaban por diversas razones. Luego de varios intentos, mi familia se convenció que era mejor nunca tener un perro, sea fuera o dentro de la casa, porque nosotros sufríamos mucho.

Pero un día, cuando tenía trece años, y estábamos arrendando una casa al lado de mi abuela, mi mamá llegó con una perrita que parecía un peluche. Era una pequinesa no de raza, pero con sus rasgos, de pelaje dorado y hociquito chato. Era tan linda y pequeña que cabía en la palma de mi mamá.

Estuvo con nosotros casi una semana, cuando nos dimos cuenta que ya no estaba. Buscamos por toda la casa, incluso, salimos al barrio a preguntar. “Nunca tenemos suerte con los perros” decía mi papá, quien mantiene hasta hoy que los odiaba, pero que en el fondo de su corazón los ama como a sus hijos.

Llevábamos casi mediodía de “luto”, cuando mi mamá gritó: “¡La encontré, la encontré. Aquí está!”. La pobre perra, tan chica que era estaba debajo del lavaplatos. Yo había mirado antes, pero pensé que era un trapito. Nueve años estuvo con nuestra familia y murió por una enfermedad que desconozco.

Fue muy triste para mí porque la perra, si bien amaba y seguía siempre a mi mamá, cuando se iba a acostar en mi cama, yo le hablaba y estudiaba con ella. Además, sabía guardar muy bien los secretos y tenía una personalidad propia muy distintiva y particular. Cuando se murió, mi hermano, siempre tan atinado en los momentos más importantes, me dijo: “!jajaja, se murió tu mejor amiga!”. Hasta el día de hoy mi mamá lo reta por ser tan cruel.

Cuando nos cambiamos a la casa en que vivo actualmente, que es bastante grande y tiene un buen patio, lo primero que fue exigido por nuestra parte, fue un perro. Mi mamá, estaba convencida por su experiencia con los animales, que tenía que ser una perra, que viviera afuera, porque eran excelentes protectoras, bravas y muy fieles.

Un día, como cualquiera, mi mamá nuevamente nos trajo a una bola de pelos, tan flaca y débil como ella sola. Mi mamá la había rescatado de la casa de unos vecinos de no buen vivir, no en el sentido económico, sino en el humano. La perrita de casi tres meses, tenía quemaduras de cigarro y por su actitud, claramente había sido golpeada. Mi mamá, cual Brigitte Bardot en sus últimos años de activista, empezó a darle comida de su mano de a poco, hasta que la perra se recuperó.

Resultó ser tan grande como un pastor alemán, pero era feroz y no respetaba a nadie que no fuéramos nosotros. Todos los niños –y adultos– le tenían miedo, porque su porte y sus ladridos eran terribles, lo cual era una gran protección para una casa grande, en un barrio no muy seguro.

Era tan fiel con mi mamá que cuando un día un hombre, que intentó entrar a la casa, mientras estaba cerrando el portón, mi perra corrió como pantera y le mordió el tobillo. Era una protectora innata. Pero con nosotros era un corderito. Era tan graciosa y humilde, que nunca se atrevía a entrar a la casa, incluso ponía cara de vergüenza.

Con los años, su salud se fue deteriorando, pero no dejó hasta su último día de ser una perra en el sentido fuerte de la palabra.

Con esto en mente, y siempre pensando más en la seguridad, mi mamá rescató de la calle a otra perra, así como si nada, mientras salíamos a comprar. A mi perra antigua, no le gustó nada la competencia y las peleas eran constantes. Sin embargo, ambas perras, en el momento de los “quiubo”, es decir, cuando intentaron entrar a mi casa dos veces a robar, repelieron exitosamente al perpetrador, quien se vio en varios problemas, incluso rogó a mi papá para que le sacara los perros de encima.

Pero el golpe de gracia lo dio mi hermano. De contrabando, trajo a un perrito, cachorro precioso, blanco como la nieve con una mancha en su ojo derecho. Esto provocó más peleas entre las perras y la tensión era obvia.

Pero era un cachorro y mi hermano lo hacía vivir con él en su pieza. Así estuvo durante nueve meses, hasta que, primero, mutó su piel y le empezaron a salir más manchas en donde no había antes y se convirtió en un perro demasiado travieso. Por orden de mi padre, el perro se fue a vivir afuera.

No mucho después, la tragedia perruna empezó a desarrollarse. El perro y la perra más joven, se “casaron” y tuvieron siete hijos, de los cuales sólo dos sobrevivieron. Durante una semana, todo fue como una familia feliz. Pero la perra más vieja, privada de su instinto materno, se volvió furia.

Todo terminó con una salvaje pelea entre las dos perras, en las que ambas se mataron mutuamente, como gladiadores en la arena. Mi pobre madre, tuvo que llamar a los veterinarios para ponerles fin a su dolor mutuo, causado por las heridas y la pérdida de sangre.

Así que mi perro se convirtió en viudo y padre soltero de dos perros que le hicieron la vida imposible, al punto en que le comían su porción. Ambos fueron regalados a una vecina.

En definitiva, mi perro es el único sobreviviente de toda la dinastía perruna de la casa, durante estos largos años. Ahora es amo y señor, y ningún otro perro podrá entrar, mientras viva.

No sólo sobrevivió al incidente ya relatado, sino además, sobrevivió a un extravío de tres días, en los cuales estuvo vagando por las calles no muy lejos de mi casa. Yo lo encontré y lo reconocí. Cuando lo vi y lo llamé por su nombre, levantó sus orejitas y se acercó al auto, cuyas ruedas él había previamente marcado. Cuando me vio, se asustó, pero luego me empezó a oler, me reconoció y se tiró a mis brazos –pesaba como treinta kilos– y empezó a llorar y a hablar, casi literalmente, mientras nos hacía cariños con su lengua, hasta que volvió a la casa, en donde se encuentra, en estos mismos momentos afuera, durmiendo a los pies de la puerta que da al patio.

Para mí, los perros que me han acompañado en la vida, han sido más que amigos, una especie de hermanos, pero mejores, porque no hablan, pero sí escuchan y yo creo que hasta pueden entender las emociones básicas. Hace no mucho, estaba llorando desconsoladamente, como lo suelo hacer. Mi perro al escuchar mis gimoteos y gritos, se paró en mi ventana llorando, como preguntándome por qué estaba triste y yo le respondí, entrecortado, que todo estaba bien para que se calmara (eran como las dos de la mañana y estaban todos durmiendo). Le di un abrazo y él, me lamió las lágrimas. No puedo describir con palabras lo que sentí en ese momento. Mientras todos dormían, despreocupados, mi perro estuvo ahí para consolarme. Si eso no es ser un buen amigo, entonces no sé lo que es.-

Lo mejor y lo peor de tener un amigo gay

Es costumbre entre las chicas “sex and the city”, esto es, las profesionales, de treinta años y que se preocupan de la ropa y demases, tener uno o más amigos gay.

Esta “moda” se ha visto expandida en el Occidente y aumentada por la película que cité y, por supuesto, por la gran serie de televisión “Will & Grace” la que, para los que no están familiarizados con ella, trataba de una mujer profesional soltera en los treinta que vivía con su mejor amigo gay, también profesional y soltero en Nueva York.

Dejando la televisión de lado y volviendo a la realidad, yo tuve un amigo gay que conocí en la Universidad. Yo presencié su “salida del clóset” cuando estaba en cuarto año, y empezó a pololear con otro de mis amigos que hasta el día de hoy jura que es heterosexual, a pesar de que se pone unos top de lycra y baila mejor que yo. Al principio, empezaron como amigos, pero pronto nos dimos cuenta en nuestro círculo que ambos actuaban como pareja: cuando íbamos al kiosco, uno de ellos compraba algo para él y para su pololo, sabiendo lo que le gustaba y sin preguntarle. Eso es típico de una relación amorosa.

La cuestión es que mi amigo, con quien yo tenía harta confianza, negaba y negaba hasta el cansancio que estaba en  una relación homosexual. Me decía: “No soy gay, pero me aprovecho”. Yo admito que me quedé para adentro. O estaba tratando de ocultar sus sentimientos verdaderos con una declaración cruel o efectivamente se aprovechaba de su pololo porque tenía más plata.

Como fuera la situación, en quinto año, mi amigo con mucha solemnidad y nerviosismo me pidió que fuera a tomar un café con él. Me declaró que era gay. Yo solté una carcajada. Mi pobre amigo se sintió pésimo, “te burlas de mí” me dijo apenado. “No”, le contesté, “nada que ver, lo que pasa es que siempre lo supe y me da risa ahora porque cuando te lo pregunté siempre lo negabas. A mí me da lo mismo qué elijas ser lo que quieras si te hace feliz. Yo te quiero igual”. Mi amigo se alivió y empezamos a conversar. Eso sí que le reproché duramente cómo había tratado a su ex – pololo, y le comenté esa infame declaración que me hizo. Me dijo que era cierto y que la había embarrado, pero que fue su primera relación homosexual y todo salió mal, pero se sentía avergonzado por eso.

Durante los años venideros mi amigo, mi mejor  amiga y yo éramos como uña y mugre. Salíamos a todos los cafés top de Lastarria y pasábamos horas hablando de nimiedades, pero nos matábamos de la risa. Él me enseñó la regla de “los tres segundos” que consiste en que cuando a uno le gusta alguien, tiene que mirarlo o mirarla durante tres segundos a los ojos y después voltear la mirada. Debo decir que esa regla me fue bastante útil para flirtear en los bares.

Ninguno de los dos teníamos secretos y no habían temas tabú. Él me contaba de sus relaciones amorosas y me aconsejaba para que yo fuera más coqueta, me sacara partido y me metiera en una relación definitivamente. Me invitaba a las discos gay, que eran de lo más entretenidas y conocí a través de él, a la gente más original y buena onda que había conocido en mi vida, como uno de sus amigos que era transvesti y que se cambiaba en el departamento de mi amigo. Entraba al baño como hombre y salía como mujer ultra producida.

Era mi mejor amiga y mi mejor amigo. Tenía lo mejor y lo peor de lo femenino y de lo masculino. Era cruel con los demás por la ropa y otras cosas superficiales, pero también era sensible con el arte y compartíamos los gustos y estilos. Siempre tenía muchas copuchas jugosísimas, porque trabajaba en la universidad. Gracias a él sabíamos quiénes eran homosexuales de nuestros compañeros y compañeras –y hasta profesores y ayudantes–, porque tenía un “gaydar” súper afinado.

Pero como tenía lo bueno y lo malo de las mujeres y de los hombres, me empezaron a caer mal sus pequeños comentarios, palos más bien, en mi contra. Yo los dejaba pasar porque eran palabras al viento y apreciaba mucho nuestra amistad, porque habíamos pasado por muchas cosas juntos.

Pero hubo una en que ya no se la pude dejar pasar y que quebró nuestra amistad. Pasó durante un matrimonio al que lo acompañé. La novia había sido de nuestra universidad y muchos de nuestros compañeritos estaban invitados y, peor aún, estaban en nuestra mesa. En esa época yo estaba pasando por uno de mis peores momentos: estaba muy gorda, mi autoestima súper baja, no tenía pega y andaba con depresión.

Como no había visto a mis compañeros después de tantos años, yo había cambiado físicamente. La verdad es que sólo me corté y me teñí el pelo. La cuestión es que ninguno de ellos me conoció.

En  un momento de la velada mi amigo se volvió hacia mí y me dijo con tono muy irónico, algo que no sé por qué, me dolió hasta el alma: “¿cachaste que nadie te conoció y eso que eras una de las primeras de nuestra generación?”. Como yo suelo tener efecto de reacción retardado, no fue sino hasta el otro día cuando me di cuenta que lo que me había dicho fue cruel. Especialmente cuando él sabía en el estado en que me encontraba.

Por tanto, hice lo peor que puede hacerse hoy gracias a la tecnología: lo eliminé de mi facebook. Ya no era mi amigo ni virtual ni realmente.

Mi mejor amiga me confió que yo había sido muy exagerada en mi reacción –bueno siempre he sido exagerada en todo – pero que entendía por qué lo había hecho y que ella tampoco lo hubiera dejado pasar.

Corté toda comunicación con él, porque cada vez que me acordaba de su estúpida frase me daba más rabia. Tanto fue lo que lo odié, que le mandé un correo electrónico para desahogarme diciéndole todo lo que tenía que decir. Fue bastante terapéutico en realidad.

Hasta el día de hoy no he logrado perdonarlo, no obstante que lo echo de menos y extraño sus comentarios ácidos que tanto me hacían reír. Sólo a través de mi amiga sé en qué anda, y él le dice siempre que lo perdone y que lo acepte como amigo en facebook. Honestamente, no sé si hacerlo, pero lo consideraré.-